El proceso detrás de "Miradas Manufacturadas", por Carmen Jabaloyes

Esta exposición está dividida en dos partes, que corresponden a dos momentos diferenciados de un proceso creativo.

Venecia fue la primera ciudad a la que me marché a vivir y entre muchas cosas que supone en mi vida esta ciudad, es para mí el punto de arranque de este proyecto. Después de vivir en Venecia, hace ya 25 años, he vivido en distintos países, teniendo que ajustarme a nuevas sociedades, distintos climas y culturas y maneras de vivir distintas. La manera que he tenido para entender estas experiencias, de adueñarme de estos nuevos lugares ha sido siempre a través de la pintura. Con ella podía fijar, congelar en el tiempo y apropiarme de los nuevos lugares a los que llegaba.

La vuelta a mi ciudad natal hace ya algún tiempo, es un cambio que se diferencia esencialmente de todos los cambios que había estado experimentando hasta entonces. Por primera vez me mudaba a una ciudad en la que los lugares me son propios, son parte de mi historia y de mi memoria y por lo tanto ya no hay necesidad de hacer el ejercicio de apropiación que he hecho durante tantos años. La posibilidad de poder volver a la escultura, que fue el campo en el que me formé, me apasionaba.

Es precisamente desde este punto, en este momento, cuando puedo invertir el objetivo y pasar a colocarme como observadora de mí misma. Es así que empiezo a interesarme y a trabajar con la idea de cómo nuestra percepción de la realidad que nos rodea, nuestra forma de entender lo que experimentamos y nuestro entorno, y por lo tanto la esencia misma de nuestra mirada, se construye y está condicionada por nuestra memoria y las herencias recibidas. Quería reflexionar sobre como el artista como receptor, a través de su mirada, da forma a lo recibido y puede transformar una experiencia personal, en una colectiva.

Los materiales con los que he trabajado son tan protagonistas como las propias formas. El hierro es el material eje sobre el que se sostienen y se apoyan todos los demás. La piel, herencia de mi padre, las maderas, que iban destinadas a la construcción de instrumentos musicales y cuyo destino cambió, el crochet, que refiere a las mujeres de mi familia, son las herencias, las memorias que han configurado mi mirada.

El carácter tan íntimo, tan personal del proyecto, requería que la ejecución de cada una de las partes de las piezas fuera mía, que las piezas salieran literalmente de mis manos. La talla de las maderas, las curvas de los hierros, las pupilas tejidas...necesitaba que dejaran rastro de mí misma, a través del contacto directo con los materiales.

La segunda parte de la exposición es el resultado de una revisión, una reflexión sobre todo el trabajo que había hecho con las esculturas de los ojos, tras una visita al estudio de mi galerista, Ana Serratosa.El peligro del trabajo en el estudio, que es tremendamente solitario, es la pérdida de perspectiva, la autocomplacencia o la búsqueda obsesiva que puede enquistarse y conducir a la nada. La ayuda de una mirada ajena, en especial cuando es una mirada que te proporciona confianza y credibilidad, es por lo tanto esencial. En estos trabajos, los elementos constructivos con los que los ojos estaban compuestos se disocian, se reubican y forman nuevas realidades, ya alejadas de aquello en lo que están basadas. Los materiales tienen memoria y por ello las referencias a su origen son palpables y visibles, pero se han desvinculado del carácter figurativo previo y pasan a tener un discurso propio."

Carmen Jabaloyes, Noviembre 2019